La gran mayoría de toda la vida terrestre hace su hogar en el borde entre la roca y el cielo: el suelo vivo. El borde entre la tierra y el océano contiene arrecifes y toda la plétora de vida que contienen. Los ríos serpentean para proporcionar más bordes y proporcionar mayor alimento a la tierra. Las células se dividen para que su volumen no exceda su área de superficie, lo que les permite transportar nutrientes y desechos a través de su membrana, un borde. Todos los intercambios ocurren en los bordes, y los intercambios conducen a un aumento en el valor. En permacultura utilizamos bordes como recurso y diseñamos con curvas para maximizar el borde.

Los espacios marginales, como las franjas verdes a los lados de las carreteras y los parches verdes aleatorios en las calles de la ciudad, son todos espacios que se pueden utilizar para obtener un gran valor, pero que a menudo se ignoran. Muchos grupos de personas que poseen un inmenso conocimiento y sabiduría han sido históricamente marginados, en detrimento de la sociedad en su conjunto. Al valorar lo marginal, recuperamos el acceso a la riqueza de conocimiento, recursos y espacio que ha sido rechazado por la sociedad en general, y en el proceso construimos un sistema más fuerte e inclusivo.

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